En una época en la que se suscitan grandes cambios culturales, políticos, tecnológicos y económicos a un ritmo acelerado, resulta de especial interés fortalecer cada una de las competencias interpersonales conocidas habitualmente como soft skills.
Entre algunas de estas habilidades se encuentran la empatía, la capacidad de resiliencia, la tolerancia al fracaso, el manejo de conflictos, la negociación y, particularmente, las competencias comunicativas.
Tener una sólida formación tanto en la expresión oral como en la expresión escrita se ha convertido en una potente carta de presentación para los profesionales de cualquier disciplina de conocimiento que buscan lograr incorporarse con éxito en el mercado laboral y en los ecosistemas de innovación y emprendimiento. Actualmente, las empresas demandan cada vez más que los egresados de las universidades muestren evidencias de que poseen liderazgo, pensamiento estratégico y que tengan, además, destrezas para saber comunicarse en cualquier ámbito y escenario.
El dominio de la competencia escrita implica el fomento de la lectura, un hábito que los jóvenes universitarios necesitan ejercitar con regularidad. La lectura brinda al individuo la posibilidad de cuestionar su entorno, de indagar su rol en el mundo que le rodea, de ser un inquisidor del orden establecido, de no conformarse únicamente con la versión del autor del texto analizado: genera habilidades de pensamiento crítico siempre que se lea con la intención de obtener más conocimientos.
Cuestionar incansablemente es una virtud del ser humano porque hace evidente su inconformidad para discutir modelos, para averiguar si existen otras maneras de realizar sus actividades cotidianas, de proponer mejoras en sus rutinas de trabajo y, sobre todo, de convertirse en un agente de cambio en su comunidad en particular, y en la sociedad en general.
Leer con voracidad y cuestionar sin tregua, en conjunto, proporcionan una valiosa herramienta para saber escribir con todas las de la ley: respetando las reglas ortográficas y las de redacción y considerando el interés de los posibles receptores de lo que se escribe. Escribir es pensarse dos veces las cosas; es respetar unas reglas, sí, pero también es la posibilidad de comunicar a los demás nuestros conocimientos, nuestras emociones, nuestras filias, nuestras fobias.
En resumen, para leer bien y escribir mejor es preciso cuestionar intencional e intensivamente. Estas tres habilidades “suaves” son el eje de prácticamente todas las interacciones humanas; todo es comunicación. Así que si tienes dudas de qué hacer con toda la información que encuentras desperdigada por ahí o en cómo resultará más efectivo tu mensaje, pregunta. ¿Te animas?
|