A menudo, la lectura académica es vista como una tarea intimidante, llena de frustración y dolores de cabeza. Casi nadie se detiene a destacar que puede ser una experiencia enriquecedora donde existe un diálogo profundo entre lectores, ideas y autores. Comprender un texto académico implica mucho más que solo decodificar palabras; requiere la comprensión de sus contextos, sus formas de escritura, prestar atención a sus lugares de enunciación, y las percepciones del lector para poder hacer una lectura crítica que no se pierda en la vastedad del conocimiento.
Recuerdo mi experiencia en el tercer semestre de Letras Hispánicas cuando sentí un gran temor al enfrentarme a la lectura de mi primer artículo académico sobre el significado de la literatura, encargado en la clase de Análisis crítico de textos. El nombre de la asignatura ya anticipaba lo que se esperaba de mí, pero al tener el texto en mis manos, me di cuenta de que no tenía ni la más remota idea de cómo abordar la lectura de un texto académico. A diferencia de mis lecturas de ocio, no era suficiente con leer de manera superficial. Era necesario entender a fondo el contenido para poder participar en clase o realizar una investigación, lo que exigía una lectura crítica.
Muchos estudiantes, al igual que yo, sienten esa misma dificultad, por lo que lectores y profesores han buscado rutas más accesibles y consejos prácticos para hacer más accesible la lectura académica. Según Rodríguez Velasco (s.f.), primero debemos familiarizarnos con la información que creemos conocer sobre el texto, ajustando así nuestras expectativas. Luego, sugiere realizar una lectura superficial (skimming) para situar el texto en su conjunto y posteriormente ampliar la investigación sobre el contexto de la obra, ya que estos aspectos influyen enormemente en su comprensión. Lo que me lleva al siguiente punto: investigar al autor para entender su agenda.
Aunque pueda parecer poco importante, los datos biográficos y bibliográficos del autor a menudo nos ayudan a comprender por qué existe ese texto en particular y no otro. Todo esto forma un expediente contextual que nos permite inferir o revelar la perspectiva o el lugar de enunciación desde el cual se emite el discurso. Las citas a otros textos también nos permiten ver las lecturas previas que impregnan los argumentos que el escritor busca sostener. Un texto feminista escrito por una autora con perspectiva ecocrítica no va a decir lo mismo que si está escrito desde los estudios queer. Recordémoslo siempre: los textos jamás son neutros, pero siempre delatan una ideología.
Nuestro trabajo como lectores es decidir si el autor ha logrado mostrar su postura con éxito. Si no lo ha hecho, nos corresponde comparar la información con otras lecturas previas, establecer relaciones entre ideas, identificar contradicciones y, lo más importante, trabajar el texto a fondo. De hecho, Rodríguez Velasco también subraya la importancia de tomar notas, reflexionar sobre lo leído, cuestionar lo explícito y tratar de comprender lo implícito, y admitir sin temor qué hemos entendido y qué no.
Los textos académicos suelen estar llenos de conceptos, citas y teoría,pero no debemos dejarnos intimidar. La teoría no está escrita en piedra; puede (y debe) ser discutida. No estás a la merced de un texto académico. La clave es analizar su contexto, compararlo con tu conocimiento previo y establecer relaciones dialógicas. De esta forma, no solo obtendremos una comprensión más profunda del texto, sino interpretaciones críticas y originales.
Recuerda, la lectura académica es mucho más que un ejercicio académico; es una puerta hacia el conocimiento crítico y la reflexión profunda.
Referencia
Rodríguez Velasco, C. L. (s.f.). ¿Cómo leer textos académicos? Estrategias para la lectura y comprensión de textos escritos. Fundación Universitaria Iberoamericana. https://cmapsconverted.ihmc.us/rid=1NDXVKQ62-T5THTB-1B2V/0303_ComoLeerTextosAcademicos.pdf