Escribir es difícil y exige tiempo. Por un lado, debemos cumplir con unas características; por otro, debemos dedicarle tiempo a la escritura. Aunque podemos caracterizar los escritos desde muchos puntos de vista, los mínimos son los siguientes:
- Coherencia. Se refiere a la organización de las ideas dentro del texto, y a la necesidad de mantener una línea de razonamiento. Esta es la característica más difícil de cumplir, por esta razón te recomiendo que hagas lo siguiente: prepara un organizador visual o esquema de tu escrito y lee el texto en voz alta, estas acciones te ayudarán a encontrar los fallos que deberás corregir.
- Cohesión. Esta característica es la que te permite comunicar efectivamente tu mensaje. Incluye aspectos tales como: el empleo correcto de los signos de puntuación, el uso adecuado de enlaces (preposiciones y conjunciones) y verbos, y a la concordancia. Cuando tengas dudas, consulta algún diccionario de dudas o algún manual de estilo. Para verificar que tu escrito cumple con esta característica, es conveniente que le pidas a algún allegado que lea tu trabajo; si esto no es posible, la lectura en voz alta te permitirá identificar y corregir aquello que no resulte lógico.
- Adecuación. Es la selección exacta de las palabras de acuerdo con nuestro propósito y contexto comunicativo. Si estás consciente de que tu léxico “se termina” y que no encuentras la palabra justa, la solución es acudir a algún diccionario. Te recomiendo buscar alternativas en algún diccionario de sinónimos o ideológico otras alternativas que expresen con mayor precisión tu idea.
- Corrección. Cada lengua tiene una gramática normativa que la rige, y esta incluye la ortografía y, en español, la acentuación, dos aspectos de suma importancia que nos causan algunos problemas. ¿Cómo solucionarlos? Consulta el diccionario o auxíliate con el diccionario de Word, pero no le autorices a corregir automáticamente, pues el programa no reconoce homófonos ni la aplicación del acento diacrítico.
Para conseguir estas características, debes asignar un buen tiempo a la producción de tus escritos, pues solo se consiguen si dejas “reposarlos” y luego regresas a ellos para asegurarte de que las palabras que usaste y la forma en que las organizaste expresan fielmente tus ideas. Por último, recuerda dar crédito a la autoría de las ideas de otros; esto es fundamental para que tu texto sea más creíble y tu imagen como autor se fortalezca.
NOTA. Esta entrada fue publicada originalmente en mayo de 2015 en el periódico Panorama de Campus Monterrey. Esta es una versión modificada.